Querido ministro de educación, consejeros, inspectores y todas aquellas personas que tienen más voz y voto que todos los maestros en el ámbito educativo,
Gracias por decidir que la educación no es lo suficientemente valiosa como para mantenerla intacta y cuidada a lo largo de los diferentes gobiernos.
Gracias por convertir los colegios en un espacio de locura total hasta que conseguimos entender las nuevas leyes y adaptar todos nuestros materiales y metodologías a vuestros nuevos antojos.
Gracias por no acercaros a la realidad de los centros, al día a día dentro de un aula.
Gracias por vuestro desconocimiento absoluto de las necesidades reales de nuestros alumnos y sus familias.
Gracias por reducir recursos e ingresos.
Gracias por dar más importancia a la parte burocrática que a la humana.
Gracias por convertir el día a día de los maestros en una acumulación de papeles por evaluar, corregir, comentar o firmar.
Gracias por obligarnos a programar en base a teorías y no a realidades.
Gracias por presentarnos los estándares de aprendizaje y convertirlos en una pesadilla más.
Gracias por generar tanto estrés y caos entre el profesorado cuando vemos que acaba el trimestre y aún no hemos terminado de corregir, redactar actas, firmar boletines… para que las familias puedan recibir una hoja que, muy probablemente, pasará al olvido y que genera en las familias dudas, consecuencias y miedos.
Gracias por creer que cada uno de nuestros alumnos se reduce a una hoja a final de curso decidiendo si promociona o no promociona al curso siguiente.
Y, ¿sabéis por qué os doy las gracias? Porque a pesar de estar alejados de la realidad, conseguís que nos hagamos más fuertes, que nos reinventemos, que saquemos recursos de debajo de la manga, que salgamos adelante y que sigamos creciendo. Y yo, a nivel personal, os doy las gracias porque, aunque tengáis más voz y voto que yo, no destruís mi ilusión, mis ganas de comenzar un nuevo curso, de conocer a mis alumnos y empezar una nueva aventura juntos. Ser maestro es la mejor profesión del mundo y cada uno de nuestros alumnos es un regalo en nuestras vidas.
Y no soy pesimista, todo lo contrario. A través de este post grito al mundo mis ganas por aprender y hacer las cosas mejor, avanzar y lograr vencer un curso más todas las piedras del camino.
Termino esta reflexión lanzando una propuesta y una invitación a abrir nuestras clases para que el mundo conozca lo que ocurre dentro de ellas. Y me atrevo a invitar a todas aquellas personas que tienen más poder de decisión que yo a acercarse a mi aula e interesarse por lo que nuestros alumnos quieren y necesitan de verdad.
Q carta tan bonita y tan realista. Así somos los profesores, nos reinventamos ante las trabas de la administración. Un placer leer tus post!! Cuanto optimismo transmites. Gracias
Muchas gracias, Paula! Mientras escribo, nunca sé dónde van a llegar mis ideas y si le encajarán a alguien. Así que millones de gracias por asomarte por aquí y por tu implicación en este loco mundo de la educación.