Aunque los profes ya llevamos una semana trabajando, mañana es el GRAN DÍA. El día en el que nuestros alumnos vuelven al cole. El día en el que vemos sus caras por primera vez. El día de transmitirles todo nuestro entusiasmo para este nuevo año y disfrutar viendo sus caras de sorpresa, ilusión e incertidumbre. El día en el que nos reencontramos con nuestra vocación para seguir amándola.
En el post de hoy quiero contaros por qué mi clase no espera a mis alumnos con una gran decoración y por qué se ve tan aburrida y sosa en comparación con cómo ha estado durante todo el curso pasado. Una de las cosas más especiales que aprendí durante mi formación en la carrera de Magisterio visitando otros centros es que el aula, o incluso el colegio entero, tienen que ser un museo vivo. Esto significa que el espacio en el que alumnos y profesores conviven durante tantas horas tiene que ser un reflejo de todo lo que se está viviendo ahí, de todo lo aprendido, de todo lo trabajado y de todo lo disfrutado. Así, el aula 128 está vacía porque hasta mañana no empieza a llenarse de vida.
Así es como espero a mis alumnos este año. Por dentro, nervios, ilusión y muchas ganas de trabajar juntos. Este año, como novedad, me enfrento al reto de enseñar Matemáticas y Religión. Al reto de estar 19 horas con los alumnos de mi tutoría. Al reto de enseñar Science y Arts en sexto a mi tutoría del curso pasado. Al reto de superar un nuevo curso aprendiendo y disfrutando con mis alumnos.
¡¡Todo lo mejor para ti en este primer día de clase!!
Me encanta la "no decoración" de tu aula, creo que es lo mejor que se puede hacer. Esa clase será de los niños durante los próximos 9 meses y tiene que haber espacio para que ellos la llenen.
Un abrazo, y ¡feliz curso!
Muchas gracias, Irene. A ellos les ha encantado la idea!!! Un abrazo