Este autor defiende que desde la escuela tenemos las herramientas y los mecanismos necesarios para que el cambio sea una realidad, pero estamos atados de pies y manos. Si queremos resultados distintos, tenemos que hacer cosas distintas y tenemos que empezar por hacer un trabajo personal. Óscar González quiere transmitir un mensaje optimista, porque es urgente y necesario que nos dejemos de derrotismo y de mensajes negativos. Ese pesimismo se va contagiando dentro de un mismo claustro. Y sin saber muy bien por qué, los pesimistas gozan de un prestigio intelectual que no merecen. Vivimos en una crisis permanente en educación en la que continuamos dándole vueltas a los mismo problemas. Ni buscamos ni encontramos las soluciones.
Óscar nos anima a que aprovechemos la reunión de principio de curso para transmitir un mensaje distinto. Nos anima a aprovechar las nuevas tecnologías y a generar la confianza necesaria para acercar a los padres a la escuela. Es necesario aprovechar el tiempo que se comparte en la reunión. El autor está convencido de que si a los padres les ofreces herramientas, claves, cosas que les son útiles, los padres participan.
La escuela es una institución cerrada hasta a los propios cambios e innovaciones. A cualquier cosa la llamamos ahora innovación. Y es necesario buscar un equilibrio para que la innovación no se convierta en una moda. Hay que pensar si realmente ese cambio va a mejorar la escuela y va a favorecer. El niño, que es el protagonista, es el gran olvidado de la educación. Hay que escucharles más y crear una comunicación fluida. Esta resistencia al cambio no deja de ser un miedo. Estamos muy a gusto en nuestra zona de confort y es momento de tomarnos la crisis educativa como una oportunidad.
Óscar González presenta los cuatro ejes para el cambio:
1. Liderazgo. Es la capacidad de poder aportar cosas positivas y de arrastrar a los demás. El líder contagia ese liderazgo al resto del equipo para que ellos también se conviertan en pequeños líderes. No podemos confundirlo con el cargo. Son las personas que nos van a ayudar a conseguir una serie de objetivos, porque se basa en la capacidad de conectar con la gente, con los alumnos, las familias y el claustro.
2. Escuela del siglo XXI. Debemos reflexionar si trabajamos con los niños sólo para cumplir un currículo o estamos trabajando para la vida. Hay que ver si educamos para la vida o de espaldas a ella, a la realidad. Desde los centros tenemos que tener muy claro cuál es nuestro porqué y nunca cambiar el foco.
3. Profesor del siglo XXI. Somos la clave del cambio. “La calidad de un sistema educativo no puede ser superior a la calidad de sus docentes“. Si todos empujamos en la misma dirección, avanzaremos. El cambio tiene que ser de abajo arriba, nosotros en nuestras propias aulas. Necesitamos una visión de mejora conjunta.
4. Familia y escuela. Si no involucramos a la familia, no vamos a conseguir el cambio. Si no sabemos transmitirles bien el mensaje, vamos a fracasar. Nuestro error es desconfiar unos de otros. Estamos haciendo algo mal cuando los padres se están convirtiendo en abogados inexcusables de sus hijos y desconfiando de la maestra. No sirve de nada que nos impliquemos en el trabajo con nuestros alumnos si no somos capaces de implicar a sus familias. Es un trabajo conjunto. Es necesario que busquemos vías de colaboración y puntos de unión con las familias. La mayoría quieren que tengamos una relación fluida y tenemos que aprender a trabajar con todo tipo de familias. Hemos de compensar aquello que no se hace en casa y valorar mucho lo que sí hacen.
Antes de terminar su ponencia, Óscar González dejó un consejo con el cual estoy completamente de acuerdo y es que la etapa Infantil es la más importante, porque se aprende jugando. Tenemos mucho que aprender de sus aulas y hay que prestigiar mucho la labor de las maestras de Infantil. Tienen un contacto informal con las familias, más allá de las reuniones. Permiten a los padres entrar en el aula y participar de ellas a través de diferentes actividades. La mala relación suele venir por el desconocimiento del mundo del otro. Así que es importante descubrir cuál es el punto del otro y generar una relación de confianza.
Óscar González concluye afirmando que los docentes somos los que tenemos en nuestras manos el cambio social. La realidad está fuera del aula. Cuando no sabemos qué hacer con algo, lo prohibimos, y lo que realmente tenemos que hacer es educar. Hay que aprender a hacer un marketing consciente de nuestro trabajo y los que mejor marketing pueden hacer de mi escuela son mis alumnos y sus familias. Así que, ¡MANOS A LA OBRA!
Y como yo soy muy obediente, enseguida me puse manos a la obra y aproveché la reunión de padres de principio de curso para poner en práctica todas estas ideas de Óscar González.
Preparé una dinámica de 1-2-4 por equipos. Durante la jornada escolar la puse en práctica con los alumnos y por la tarde, realicé la misma dinámica con sus padres.
Cada equipo contaba con un taco de post-is de dos colores (amarillos y rosas) y un papel A3. En la dinámica con los alumnos, el objetivo era crear cierta cohesión de grupo, pues era el primer día que trabajaban con sus equipos.
En primer lugar, cada alumno, de forma individual, tenia que escribir en los post-is amarillos lo que ofrecían a su equipo, sus mejores cualidades. Cada idea en un post-is. Y, a continuación, en los post-is rosas, lo que necesitaban de su equipo para que fuera genial y funcionasen bien. En segundo lugar, compartían con su pareja de hombro lo que habían escrito en sus post-is amarillos y el compañero podía aconsejarle añadir algo o realizar alguna modificación.
Y, ya como equipo, tenían que poner esos post-is en el cartel y categorizarlos. Finalmente, tenían que colocar los rosas analizando si lo que necesitaban como equipo se relacionaba con lo que ofrecían a nivel individual.
En el trabajo con sus familias, utilizamos los post-is amarillos para que pudieran expresar sus necesidades y expectativas para este curso. Y en los rosas, tenían que escribir lo que ellos ofrecían desde casa y al centro para poder cumplir todo lo que esperan del curso.
Un par de semanas después de la reunión, sigo sintiendo la misma alegría que sentí entonces. La implicación de las familias fue total y los resultados fueron maravillosos. Sentí que era necesario hacer esto porque, desde el cole, estamos haciendo mucho trabajo en mejorar e innovar y consideré que tenía que quedar reflejado desde clase y hacia los padres. Era una oportunidad que no podía desaprovechar.
Tenemos familias maravillosas con muchas ganas de tener un espacio en todo el proceso de aprendizaje de sus hijos. Así que reafirmo de nuevo el mensaje de Óscar González: sin una buena relación e implicación de las familias no conseguiremos cambiar nada. Las familias nos necesitan a nosotros tanto como nosotros a ellos. Aquí os dejo mi resumen de todas sus aportaciones en la dinámica. Aprendamos también a cuidar a las familias.
Qué tarea tan difícil…..creo que lo importante es concienciar a los padres del poder de influencia sobre los hijos. La etapa infantil es como una esponja para los niños, absorben todo lo que ven y lo que hacen las personas que les rodean…así que suerte y al toro😊😊😊😊
Una reflexión perfecta 😘😘😘😘
Muchas gracias. Sin duda es un gran reto el que tenemos por delante, pero con cariño, trabajo y dedicación estoy segura de que podemos conseguirlo. Un abrazo.