Queridos lectores, mi cuarta recomendación de la semana es esta historia desgarradora: “Invisible”, de Eloy Moreno. Es un libro que te encoge el corazón y te despierta muchas emociones. Es un libro de lectura muy sencilla y ágil que te mantiene enganchado en todo momento. Es un libro que narra la historia de un joven adolescente que sufre acoso en su instituto. Además de contar la historia desde su punto de vista, lo que hace más conmovedora, presenta todos los puntos de vista y agentes que intervienen y afectan en un caso de acoso como el que narra esta novela. Sin duda alguna, es un libro que debería ser de lectura obligatoria en todos los colegios e institutos y una guía fundamental para los maestros.
¿Qué nos enseña “Invisible”?
A ti, maestro, estas son las 10 razones por las que tienes que leer este libro.
1. El acoso escolar es una realidad. Ningún agente social ni escolar puede ignorar el hecho de que el acoso es un realidad que existe en nuestro día a día, y que forma parte de la historia. Lo más grave que podemos hacer y el mayor daño que podemos provocar es ignorar este mal y permitir que existan personas sufriendo en silencio.
“La profesora acaba de entender el significado de esa lista. Es la lista de la vergüenza, la lista de todos los que han conseguido que ese chico que ahora tiene entre sus brazos sea invisible. Acaricia su cara y lo aprieta con todas sus fuerzas.
Es ahí, observando esa lista, cuando se pregunta ¿qué clase de sociedad hemos construido? ¿Cuándo nos volvimos monstruos?”
2. Los centros escolares son el origen del acoso. Existen varios tipos de acoso, claro. Pero es en las edades escolares donde ese riesgo se multiplica y el origen del mismo está en los centros escolares de las víctimas y acosadores. Todos los centros del tipo que sean deberían desarrollar un plan que permita la convivencia pacífica de todos los miembros de la comunidad educativa, así como el fomento de valores como el respeto y la diversidad.
“Y quizá todo lo que está ocurriendo en aquella clase no se diferencia demasiado de lo que pasa en el resto del mundo. Porque allí, al igual que en el exterior, entre todos los compañeros del chico avispa, hay tantos monstruos como víctimas.
Y es ahí, en ese ambiente de miedo, donde crecen personas como MM. Ahí es donde él puede ejercer todo su poder, sabe que mientras haya más monstruos todo irá bien, el verdadero problema vendrá el día en el que la masa no le siga la corriente, pero eso no pasará.”
3. El papel del profesorado en el acoso es determinante. Este libro demuestra el papel determinante que tiene una de las profesoras del protagonista para detectar y detener el acoso que estaba sufriendo en el centro. La observación es esencial. Como profesores, debemos conocer a nuestros alumnos y saber detectar las causas de una bajada de rendimiento, de un cambio de semblante o de otro modo de actuar. No podemos permitir ninguna palabra fuera de tono, ninguna expresión fuera de lugar ni un mal gesto. Todos ellos pueden ser el origen de un gran dolor en otro ser humano. Vigilemos los pasillos, cuidemos los tiempos libres, por favor. También educamos fuera de las aulas.
4. Las redes sociales son las grandes aliadas del acosador. Esta es una de nuestras grandes preocupaciones en la actualidad. Las redes sociales pueden ser unas herramientas preciosas para aprender, mejorar y encontrar recursos. Pero también pueden provocar mucho mal. Necesitamos educar en un uso responsable de las mismas. No podemos seguir girando la cabeza ante esta necesidad. Es una realidad que forma parte de las vidas de nuestros alumnos y que, como educadores, no atendemos ni cuidamos lo suficiente.
“A partir de aquel día comenzaron a llegarme al móvil imágenes con mi cara en forma de tomate, convertido en un Hulk rojo, o con el cuerpo tan hinchado que parecía un monstruo. El problema es que no podía controlarlo, las imágenes iban de móvil a móvil sin que yo pudiera hacer nada.”
5. Nadie debería ser invisible. Aún recuerdo unas palabras de una de mis profesoras de la carrera de Magisterio. En repetidas ocasiones, durante sus clases, nos repitió que nunca podíamos ignorar al silencioso. Los alumnos movidos o con necesidades siempre se llevan un gran porcentaje de nuestra atención; pero esos alumnos que siempre están en silencio o con la mirada cabizbaja son, con mucha seguridad, los que más nos necesitan. No nos olvidemos de ellos.
“Amanece sobre un chico que por fin tiene una razón capaz de explicar la parte oscura del ser humano: es invisible.
Fuera, en la calle, en la vida, nadie ve a un chico que sale despacio de casa y llega corriendo a ella, que cierra con fuerza la puerta para dejar al otro lado todos sus miedos; nadie ve a un chico que espera al último minuto – justo antes de que se cierre la verja exterior del instituto – para salir detrás de un árbol o del interior de un garaje. Nadie se ha dado cuenta tampoco de las marcas de tiza que suelen aparecer a media mañana sobre su espalda.”
6. La violencia de quien mira y no hace nada es igual de grave que la violencia física. Este libro defiende esta afirmación con una gran crudeza. Y yo coincido con ella en su totalidad y así se lo inculco siempre a mis alumnos. No podemos ser testigos de que se está cometiendo una injusticia y no hacer nada para pararlo o ayudar. No podemos defender la cobardía de quien no se atreve a hacer nada por un amigo, por una víctima. Debemos fomentar el valor de la valentía y la defensa de derechos y valores.
“Y justo en ese instante, el chico asustado que observa su bocadillo en el suelo, acaba de descubrir que existe la violencia real. No la violencia que está acostumbrado a ver todos los días en la televisión, esa tan lejana que ocurre a otras personas, en otros lugares… sino la que ahora mismo acaba de rozar su alrededor. Ha descubierto además la otra cara de la violencia, la que nunca se menciona: la de quien mira y no hace nada. La de todos esos compañeros que se han acercado a ver el espectáculo pero han decidido no intervenir; la de los que, ante una pelea, sólo saben sacar la cámara de su móvil para poder presumir después del momento; la de esos que ante un accidente prefieren hacer de todo menos ayudar; la de aquellos que ante una injusticia giran la cabeza hacia el otro lado, hacia donde no hay nada que ver.”
7. La familia necesita ser un lugar seguro y de confianza. El ritmo vertiginoso en el que estamos inmersos no nos permite prestar la suficiente atención a los pequeños detalles en nuestro día a día. El mundo ya se mueve lo suficientemente rápido como para que nuestro hogar, nuestra familia, no sea un entorno seguro. El protagonista de esta sensacional novela no se siente cuidado ni atendido en su propia casa. Siente que es invisible hasta para sus propios padres. Sin embargo, es también su hermana pequeña la única que le hace sentirse quien es realmente. Esta novela demuestra que el papel de la familia en esencial y que una buena coordinación entre familia y escuela será la gran clave para ayudar a la víctima.
“Es su padre el que, como casi siempre, se despide con prisas, con un hasta luego que no llega a nadie. Ni si quiera se da cuenta de que ha estado más tiempo buscando las llaves del coche que hablando con su hijo.
Es curioso la importancia que puede tener este tipo de detalles después, cuando ya es tarde, cuando uno vuelve a casa y se da cuenta de que no puede recordar su rostro. Casi siempre actuamos como si todo lo que nos rodea fuera a estar ahí siempre, en lugar de vivir cada momento como su fuéramos a perderlo todo al día siguiente.”
8. La víctima necesita sentir que tiene apoyo y ayuda. Los amigos del protagonista suponían un cobijo y una ayuda constante hasta que dejan de tenderle la mano. El protagonista se siente solo y acaba centrando su vida en ocultar todo lo que le está sucediendo y quedarse cada día más asilado. Acaba encontrando la necesidad de desahogarse solo. Esta historia demuestra que no podemos dejar de ser quienes somos ni dejar de tender puentes, de tender nuestra mano para que la persona que sufre se sienta apoyada y respaldada ante la injusticia.
“Y por qué no me ayudáis, pensaba.”
9. El acoso no es cosa de críos. Cuántas veces habremos escuchado esta expresión… Nada que haga sentir mal a otra persona puede considerarse como “cosa de críos”, tengan la edad que tengan sus autores. El daño que podemos provocar puede ser incalculable y de por vida.
“- Bueno – contesta aliviada la directora -, quizá no hay que darle más importancia, quizá son cosas de críos…
Y son justamente esas tres palabras “cosas de críos” las que hacen que el dragón se mueva. Un dragón que no es capaz de olvidar lo que ocurrió hace ya muchos años sobre la espalda de quien ahora mismo vive. También entonces eran cosas de críos, hasta que esas cosas de críos se van de las manos y todo acaba mal.”
10. Cada ser humano es extraordinariamente visible. Saber mirar a cada persona que nos rodea y reconocer lo que le hace único es la mejor cualidad que podemos tener como seres humanos. No permitamos que nadie llegue a su límite para descubrir y sentir la extraordinaria persona que es.
“Será a partir de ese momento cuando volverá a ser visible para todos. (…)
Será visible para los médicos que lo atenderán nada más entrar en el hospital, por la puerta de urgencias.
(…)
Y quizá, aunque eso nunca lo sabremos, vuelva a ser visible para todos nosotros, para todos los que alguna vez hemos mirado peor no hemos querido ver, para los que hemos preferido girar la cabeza hacia otro lado, para lo que hemos hecho del MIENTRAS NO ME TOQUE A MÍ, ESO NO ES PROBLEMA MÍO nuestra filosofía de vida.”
Gracias por tu esfuerzo
Gracias a ti por formar parte de este proyecto y estar siempre al pie del cañón.
Un libro que pone los pelos de punta