Otro de los seminarios mágicos que ofreció Integratek hace unos días estuvo protagonizado por Mar Romera. Hoy quiero compartir con vosotros sus palabras, que son un soplo de aliento y una inyección de energía en estos momentos que estamos atravesando, donde las certezas son más bien pocas. En este seminario, Mar compartió su visión de la situación actual y del papel que deberíamos jugar los maestros en ella, además, especificó las doce competencias docentes que tienen que definir nuestra labor con los pequeños en las aulas.
En su exposición, Mar Romera hacía una llamada a la imaginación y a la creatividad y nos invitaba a romper con la norma, pues es el momento de coger las riendas de nuestra profesión. Es el momento de convertir la escuela en un “corazón a corazón donde cada niño tenga la oportunidad de pelear por su mejor versión, por su plenitud de ser, de sentir y de vivir“.
Mar continuaba afirmando que no hay metodologías nuevas que vayan a cambiar ahora el sistema educativo. Pero sí hay mentes y corazones abiertos. Sólo desde la humildad, desde su poder transformador que nos impulsa a compartir, es desde donde podemos hacer que este momento sea transformador y de éxito. Mar nos invita a pasar de una evolución a una auténtica revolución. Esta crisis es una oportunidad para hacer ese click necesario para llevar a cabo un cambio brusco, radical y cualitativo. Para que se produzca una transformación de cantidad por calidad.
Según sus propias palabras, “este virus nos ha dicho que los verdaderamente fuertes de este mundo son los niños, porque ellos son magia”. Nosotros tenemos que crear un sistema entusiasta, basado en el desarrollo de habilidades. Tenemos que respetar a la infancia como un potencial que sabrá sobrevivir a esta crisis.
Para hacer una revolución tenemos que hacer algo realmente nuevo. Mar nos invita a construir un modelo haciéndonos preguntas, que nos permita mirar desde otra perspectiva. Y el cambio viene por colocar a los niños en el centro de la diana.
Y, ¿qué ocurre con el docente? El docente es el cimiento, dice Mar Romera. El docente es el que tiene que coger las riendas desde una construcción fuerte de:
- Habilidades intrapersonales: entrenamiento emocional, nuestro autoconcepto y autoestima.
- Habilidades interpersonales: habilidades sociales, comunicación y escucha.
- Cultura: necesaria para respetar y conocer a los demás. Sin cultura no se puede ser referente.
- Formación psicopedagógica: conocer la historia de la educación y de la escuelas, así como las tendencias actuales.
Se acabó criticar a los compañeros. Es el momento de hacernos preguntas y ponernos manos a la obra. Tenemos que partir de la escucha. Tenemos que escuchar a nuestro alumnado. Tienen derecho a opinar y necesitan ser tenidos en cuenta para el desarrollo del sistema educativo. Tenemos que pensar desde el cerebro del que aprende y no desde el cerebro del que enseña. Significa permitirles encontrar su talento y su mejor versión para poder desarrollarla.
Después de esta maravillosa introducción que contextualiza su aportación, Mar Romera presentó las que ella considera las 12 competencias que debe tener un docente en el ejercicio de su práctica profesional.
1. Organizar y dinamizar situaciones de aprendizaje. Para poder aprender con ellos y de ellos. Es necesario saber planificar y preparase. Necesitamos recursos y desarrollar toda nuestra creatividad. Tenemos que leer mucho, trabajar en equipo y estar bien. Saber ser docente significa estar bien y encontrar nuestra plenitud en nuestra profesión.
2. Diseñar dispositivos de diferenciación, donde se considera la diferencia como recurso. Es necesario mirar de otro modo para entender que la diferencia es un recurso y no un impedimento.

4. Entrenar competencias para acompañar serena y confiadamente. Acompañando, no exigiendo. La revolución no vendrá por dar respuestas, sino por hacer preguntas. La escuela nos tiene que enseñar a preguntar.
5. Respetar el tiempo que se necesita para crecer despacio y tranquilo. Si quieres saber cómo es el docente, mira cómo se comporta con su alumnado. Cómo escucha, cómo espera, cómo mira, cómo habla. No tenemos prisa. No podemos pensar que hemos perdido tres meses. Habitualmente los niños pierden nueve meses aprendiendo contenidos ridículos. Nuestro alumnado necesita un acompañamiento más que nunca para creer en sí mismos. Necesitan calma para crecer despacio.
6. Evaluar no es calificar. No es obligatorio el establecimiento de notas cuantitativas frente a la evaluación e información a las familias. Sí es necesario detectar potencialidades y zonas de mejora. Pero no tiene ningún sentido la calificación. Ese no puede ser el objetivo. Tenemos que buscar las habilidades de nuestro alumnos y no podemos perder a ninguno más. “Hay que ser valientes y dejarnos la piel por la vida de nuestros alumnos”. No podemos ser excluyentes ni clasistas.
7. Trabajo en equipo. Tenemos que llevar a cabo una búsqueda del equilibrio de las fortalezas. El trabajo en equipo gana campeonatos.
8. Los docentes tenemos que estar preparados para el cambio y habilitados para participar en la gestión de la escuela. Nos necesitamos todos y preparados.
9. Informar e implicar a las familias. El docente no puede emitir juicios de valor sobe cómo educan los padres a sus hijos. Necesitamos colocarnos en el mismo equipo. Nunca un niño podrá confiar en ti, si tú no confías en su familia.
10. Utilizar las tecnologías. Pero es necesario desarrollar un pensamiento crítico y saber utilizarlas como recurso. No pueden ser ellas las que nos utilicen a nosotros.
11. Afrontar los deberes y los dilemas éticos de nuestra profesión. Saber mirar más allá.
En este punto, Mar compartió con nosotros este vídeo y yo no tengo más opción que compartirlo con vosotros también. Me emocionó profundamente en su momento y es incluso en este momento, después de haberlo visto anteriormente, que se me vuelven a llenar los ojos de lágrimas.
(El vídeo ya no está disponible)
12. Organizar la formación continua del profesorado. El docente tiene que desaprender. Hay que dar al profesorado la oportunidad de hacerse preguntas. Tenemos que ser maestros que confiemos en el futuro, porque se enseña lo que se es y no lo que se sabe.
Como decía Tolstoi, “a un gran corazón, ninguna ingratitud lo cierra, ninguna indiferencia lo cansa”. Un maestro es un gran corazón lleno de valores. Son tus propios valores los que pueden generar la revolución. Pregúntate en quién confías y si has provocado que tu alumnado confíe en ti. A quién respetas, cómo respetas, cómo es tu mirada hacia los niños. Ellos aprenderán el respeto si tú les respetas a ellos. Pregúntate también quiénes son tus referentes y si reconoces la familia como valor, como estructura que sienta las bases. Cómo cuidas tu salud física, psicológica y emocional. Planificar también debe ser una valor que nos acompañe como docentes. Tenemos que cooperar y ser flexibles. Vivir en libertad, con sentido del humor y con la diversión como valor.Mar insistía en que la escuela que quiere es vida y es emoción. “En la escuela que quiero, el maestro ama lo que quiere. La escuela que quiero no conoce la palabra abandono”. Existen más días de entrenamiento que de éxito, así que disfrutemos de seguir entrenándonos cada día. No hay atajos. Esta situación de crisis permite romper el laberinto y hacer una nueva construcción. No hay límites. Cada día es una oportunidad de ir más allá.
Según Mar, cuando nos amemos de verdad como docentes:
- Comprenderemos que en cualquier circunstancia, estamos en el lugar correcto y en el momento preciso. Y, entonces, podremos relajarnos y aprender viendo cómo crecen.
- Nos daremos cuenta que nuestra angustia y nuestro sufrimiento emocional sólo son señales de que vamos contra nuestras propias verdades… Entonces seremos verdaderos educadores y educadoras.
- Dejaremos de desear que nuestra vida sea diferente y comenzaremos a ver que todo lo que acontece contribuye a nuestro crecimiento.
- Comenzaremos a comprender por qué es ofensivo tratar de forzar una situación o una persona, sólo para aclarar aquello que deseamos, aún sabiendo que no es el momento o que la persona (tal vez yo misma) no está preparada. Entonces empezaremos a educar con respeto.
- Comprenderemos que nuestra mente puede atormentarnos y decepcionarnos. Pero cuando la colocamos al servicio de nuestro corazón, es una valiosa aliada. Y esto es ¡saber vivir!
Las palabras de Mar son siempre un disparo al corazón. Así que, manifestando aquí mi profundo agradecimiento a sus valiosísimas aportaciones al mundo de la educación y a la sensibilidad que transmite con cada una de sus palabras, concluyo este post como ella quiso terminar su exposición, con esta canción de Pablo López, que es un impulso de energía.
Adelante con la revolución, maestros. Este es el mejor momento.
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