No hay nada como el descanso y las vacaciones para tomar perspectiva de todo lo vivido y saber valorar y agradecer las cosas buenas que te regala la vida. Nadie se sorprenderá cuando digo que el pasado curso fue estresante y agotador, pero también fue un curso de mucho aprendizaje (muchísimo), un curso lleno de mucha ilusión, de mucho trabajo, un curso de aciertos y errores, un curso de emociones a flor de piel y un curso de un profundo conocimiento de mí misma.
Detrás de las incontables tutorías, las agotadoras reuniones de equipo o las interminables horas corrigiendo, preparando y planificando se esconden millones de momentos muy bonitos y la satisfacción final de haber sacado nuestro trabajo adelante.
Ahora que el comienzo de un nuevo curso está tan cerca, echo la vista atrás y recuerdo cómo me sentía hace justo un año, ante la incertidumbre de conocer a mis compañeros, de encontrarme con mis alumnos por primera vez, de afrontar mi primera clase… Recuerdo esa inquietud perfectamente, como si fuese hoy mismo. Ahora esa inquietud es diferente, pero la dosis de ilusión es igual de alta que el pasado septiembre.
Es curioso ver cómo ese miedo del principio se fue transformando en horas de trabajo, en horas de disfrutar al 100% con lo que estaba haciendo, sin tener tiempo para la incertidumbre. El pasado curso ha sido un año precioso. Un año que estoy segura de que recordaré con infinito cariño durante toda mi vida, con ese cariño tan especial con el que se recuerdan las primeras veces.
El curso 2014-2015 me ha enseñado que antes de mí están mis alumnos, sus necesidades, sus inquietudes y su motivación. Ellos necesitan siempre a sus maestros, da igual nuestro cansancio, nuestra motivación o nuestros problemas personales. Los niños son exigentes, pero ¡bendita exigencia! Y sí, digo bendita, porque sin esa exigencia, nosotros seríamos unos dinosaurios aburridos dentro de las aulas y no seríamos capaces de mirarles a los ojos y trabajar cada día por intentar descifrar lo que quieren decirnos con su mirada.
El curso 2014-2015 me ha enseñado que el aprendizaje cooperativo es el presente de la educación. Es la herramienta perfecta para que los niños disfruten mientras aprenden. Es la herramienta perfecta para que el profesor disfrute mientras enseña. Y es la herramienta perfecta para que ambos, profesores y alumnos, miren en una misma perspectiva y disfruten las clases de la misma manera.
El curso 2014-2015 me ha enseñado a confiar en mis compañeros y valorar su trabajo. Siempre van a existir diferencias, porque somos humanos y estamos diseñados para tener discrepancias; pero también estamos diseñados para esforzarnos en entendernos y en sacar las cosas adelante juntos. Arantxa y Rosa, las culpables de que exista este blog, me dijeron el día que nos conocimos que yo tenía que pensar que mis compañeros creían en su forma de trabajar con el mismo empeño y confianza con el que yo creía en la mía. Y aunque parezca una idea muy simple, es una idea que me ha ayudado a tolerar y a confiar en mi equipo.
El curso 2014-2015 me ha enseñado la enorme implicación emocional, psicológica y física que exige la profesión de maestro. Y eso es algo de lo que no te advierten en la carrera… Es una implicación que nace sin apenas darte cuenta y que cuesta mucho aprender a controlar, a limitar. Es una implicación que no tiene límites definidos y es sólo cada maestro el que puede determinar dónde empiezan y dónde acaban. Es una implicación que te quita el sueño, el tiempo, el hambre y, a veces, incluso la sonrisa. Pero, por otro lado, es una implicación que te regala profundas alegrías cuando las cosas salen bien.
El curso 2014-2015 me ha enseñado a creer en mi trabajo. Ojalá todos los profesionales, me da igual el ámbito, disfrutasen tanto con lo que hacen como lo hago yo. Os prometo que es algo que deseo a todos. El despertador suena menos horrible cuando sabes que amas lo que haces con cada poro de tu piel. Amar tanto mi trabajo me lleva a creer en lo que hago. Creer que está bien arriesgar, aunque no sepas dónde ni cuándo caerás al suelo o echarás a volar. Creer que está bien defender tus ideas, aunque te enfrentes a años de experiencia. Creer que está bien remover, porque es necesario hacer nuevas las cosas y no sólo hacer cosas nuevas.
Os dejo el vídeo de una canción que me gusta mucho por lo positiva que es y por el mensaje que transmite. Un mensaje perfecto para estos días de reflexión antes del nuevo curso.
Reflexión muy inteligente y madura. Ánimo con el próximo curso , lo harás genial.
Muchas gracias por los ánimos!!!!